
Existen varias definiciones sobre la cultura emprendedora. Para explicar fácilmente este complejo término, algunos autores han dividido el concepto en las dos palabras que lo componen, «emprender» y «cultura».
Definido por Wickham (2006 citado en Browson, 2013), la palabra emprender es el adjetivo que se da para describir cómo el empresario emprende lo que hace. El uso del adjetivo emprendedor demuestra un estilo particular de lo que hacen los empresarios.
Por otro lado, Brownson (2013) menciona el término cultura que se define como los atributos, valores, creencias y comportamientos en los que el individuo aprende o adquiere de una generación a otra, y que pasan de una persona y grupo a otra. La transferencia de estos ciertos atributos, valores, creencias y comportamientos muestran las intenciones de fomentar un cierto tipo de cultura.
Por lo tanto, la unión de estos dos términos se ha conceptualizado como:
Una sociedad que realza la exhibición de los atributos, valores, creencias y comportamientos que se relacionan con los empresarios (Brownson, 2013).
Las acciones directas de la cultura emprendedora, a la vez que difunden el conjunto de valores, creencias, ideologías, hábitos, prácticas, costumbres y acciones, están dirigidas a fomentar el espíritu emprendedor y a mostrar los beneficios de la iniciativa emprendedora en la población (Observatorio Nacional del Emprendedor, 2015).
Según la OCDE (2009, citado por Sánchez & Martínez, 2017), lleva tiempo desarrollar una cultura emprendedora.
Requiere esfuerzos entre los actores involucrados, y en particular la cultura emprendedora debe apuntar a negocios de alto impacto. Donde los principales indicadores para medir la cultura emprendedora son la imagen social del empresario, su éxito e impacto, y la motivación para iniciar un negocio (Sánchez & Martínez, 2017).
La cultura emprendedora está formada por varios aspectos dentro del ecosistema emprendedor.
El empresario tiene aspiraciones que hacen servir de motor para emprender el proceso emprendedor, ser adverso al riesgo y ser lo suficientemente ambicioso para hacer crecer un negocio. Además, la sociedad tiene sus propias impresiones sobre el espíritu emprendedor, que también puede influir directa o indirectamente en la actividad emprendedor, y si es un camino profesional atractivo para tomar.
Otras percepciones que afectan a la cultura emprendedora son el prestigio que se da a los empresarios, la tolerancia y la aceptación del fracaso y el número de personas que se consideran empresarios.
Cuando una sociedad tiene una mejor percepción del espíritu emprendedora, hay más posibilidades de que más empresarios, inversores y organizaciones quieran asumir el riesgo de emprender y apoyar a los empresarios (Observatorio Nacional del Emprendedor, 2015).
Hofstede (1980 citado en Brownson, 2013) afirma que un individuo puede ser acogido para actuar de forma emprendedora dentro de una organización y en otras áreas de la vida cuando la persona está motivada para encontrarse a sí misma. Esto demuestra que el individuo pertenecerá a un grupo cultural distinguido, ya que sus actividades emprendedor lo diferenciarán de otros individuos.
Kundu (2009 citado en Brownson, 2013) clasificó el cultivo en tres niveles diferentes que contribuyen a su formación, como puede verse en la siguiente figura.
Dos componentes del nivel inconsciente e invisible son los atributos y los valores.
Los atributos emprendedores son indicadores naturales clave y nutridos que muestran a las personas que pueden convertirse en empresarios. Se ha reconocido que este conjunto de características es un motor para comprender y fomentar el espíritu emprendedor
La importancia de los atributos emprendedor se basa en que son un factor crítico para influir en el individuo a la hora de emprender e iniciar un negocio. Para fomentar los atributos emprendedores, hay que influir en el desarrollo y la realización de las ideas comerciales.
Si se desea influir en el número de personas que pueden convertirse en empresarios, el enfoque debe hacerse en sus atributos. No obstante, también hay que alimentar al empresario con la capacitación y la experiencia adecuadas para fomentar sus atributos emprendedores (Brownson, 2013).
Los valores emprendedores son las concepciones, que pueden ser explícitas o implícitas, y que en este caso son distintivas de los empresarios, que muestran los deseos de seleccionar entre los diferentes cursos de acción.
Estos valores son los que impulsan la toma de decisiones. Son el reflejo de la visión consciente del empresario y le hacen moverse para decidir hacia una acción. Los valores muestran la forma en que se comportan los humanos.
Para los empresarios, los valores no sólo muestran cuáles serán las decisiones que tomarán, sino que también muestran cómo abordarán una nueva empresa.
Como han descubierto los académicos, la existencia de valores emprendedores en un individuo afecta también al ritmo de creación de nuevas empresas, por lo que para los gobiernos que están dispuestos a aumentar el número de puestos de trabajo, también deben dar importancia a la configuración de los valores individuales hacia la iniciativa emprendedora (Brownson, 2013).
Como mencionaron Mourdoukoutas y Papadimitrou (2002 citado en Brownson, 2013), los valores que se asocian a la iniciativa emprendedor son la autonomía, la libertad de actuar con independencia, la capacidad de innovación, la libertad de experimentación, la asunción de riesgos, la capacidad de tomar iniciativas y la agresividad competitiva.
Por otra parte, a pesar del origen cultural del empresario, en la obra de Morris y Schindehutte (2005 citada en Brownson 2013) se afirma que los empresarios comparten valores al iniciar un negocio como la independencia, la innovación, la honestidad y el trabajo duro.
En el segundo nivel de semi-visible o semi-consciente, aquí está la mentalidad emprendedor.
La mentalidad emprendedora es la actitud que un empresario responde a un determinado objeto de manera favorable o desfavorable basado en una predisposición aprendida.
Las actitudes son los fundamentos para que el comportamiento humano esté motivado y sienta logros personales.
Las actitudes emprendedoras influyen y han sido influenciadas por las experiencias que el individuo ha vivido, y cómo piensa y siente sobre lo que ha pasado.
Si los individuos han participado en programas y políticas gubernamentales que intentan fomentar el espíritu emprendedor cultural, su experiencia en este evento puede tener un efecto en su mentalidad hacia el espíritu emprendedor (Brownson, 2013).
El estudio de Hatten y Ruhland sobre la actitud de los estudiantes hacia la iniciativa emmprendedora en un programa del Instituto de Pequeñas Empresas (1995 citado en Brownson 2013) mostró que tienen un cambio positivo hacia la iniciativa emprendedora, lo que aumenta su voluntad de convertirse en futuros empresarios.
Aunque esta fue una muestra de estudiantes, diferentes estudios han demostrado que los estudiantes que participan en diferentes programas emprendedoress con un plan bien estructurado tienden a mejorar en una rica cultura emprendedora (Kumara & Sahasranam, 2009).
El nivel visible muestra el comportamiento emprendedor
El comportamiento emprendedor es el acto directo del individuo para iniciar un nuevo negocio.
Según la definición de Williams (2010), el comportamiento emprendedor es visto como la combinación de acciones realizadas por el empresario, que son constantemente ajustadas y definidas para establecer la oportunidad hasta que se posiciona y es aceptada en el mercado.
El resultado de esta acción es la creación de un nuevo negocio.
La cultura emprendedora es el entorno en el que se desarrollan los atributos, los valores, la mentalidad y el comportamiento de los emprendedores.
En este entorno, los emprendedores tienen que tomar decisiones para arriesgarse y poner en marcha un negocio.
Los atributos culturales sólidos son la base para desarrollar emprendedores.
La necesidad de desarrollar una cultura emprendedora como general tiene que centrarse en toda la sociedad.
Y al hacerlo, hay comportamientos, atributos y habilidades que deben fomentarse para desarrollar el espíritu emprendedora. (Pinto, 2007)
La cultura de las startups está en auge en los últimos años, y cada vez son más los emprendedores que optan por poner en marcha sus negocios para sentirse dueños de ellos.
Esta cultura innovadora consiste en asumir riesgos, ser innovador y creativo, y pensar de forma innovadora.
Se trata de un entorno de aplicación emocionante y de ritmo rápido, que atrae cada vez a más personas para generar un impacto positivo.
Hay algunas razones clave por las que la cultura de las startups es tan positivamente atractiva.
En primer lugar, ofrece la oportunidad de ser tu propio jefe y construir algo desde cero.
En segundo lugar, es un entorno estupendo para establecer contactos y conocer a personas con ideas afines.
Y, por último, puede ser extremadamente gratificante tanto desde el punto de vista económico como personal.
Si estás pensando en crear tu propia empresa, la cultura de las startups es definitivamente algo que debes considerar, ya que puedes liderar con el ejemplo, innovar en productos y servicios y aprender a ser un gerente.
Es un mundo excitante, que da poder y que supone un reto, pero que puede ser realmente rentable a largo plazo.
El intraemprendimiento es el proceso de crear y desarrollar nuevas ideas y convertirlas en productos o servicios de éxito dentro de una organización.
El intraemprendimiento puede ser una forma de promover dentro de la cultura organizacional, los valores que promueve emprendimiento como el sentido de la responsabilidad, la apertura, la creatividad, la resiliencia y la superación de los retos, entre otros.
A través del intraemprendimiento, los empleados sienten la oportunidad de poner a prueba sus habilidades de innovación, creatividad y asunción de riesgos.
El intraemprendimiento consiste en tener una visión y dar los pasos necesarios para hacerla realidad.
Se trata de ser proactivo y encontrar nuevas formas de mejorar la empresa desde dentro.
Puede que ya haya empleados que tengan espíritu emprendedor, pero puede que tengan miedo de iniciar su propia empresa, que se sientan inseguros o cualquier número de razones por las que preferirían tener a alguien que les empujara a iniciar un nuevo proyecto.
En estos casos se trata de trabajar y desarrollar las habilidades empresariales de la persona, para que sus ideas puedan ser aplicadas con éxito en beneficio tanto de la empresa como del individuo.
Hay algunas formas clave de potenciar y animar a sus empleados a convertirse en intraemprendedores.
En primer lugar, hay que darles libertad para experimentar, tomar decisiones y asumir riesgos.
Anímales a pensar de forma innovadora y a tener nuevas ideas.
En segundo lugar, proporcionarles los recursos que necesitan para tener éxito, pero también para permitirles cometer errores.
Esto incluye el acceso a la financiación, la tutoría y la formación.
En tercer lugar, cree una cultura de innovación en su empresa.
Al promover emprendimiento dentro de su organización, los empleados saben gradualmente que reciben un nivel de confianza para emprender nuevos proyectos.
Para explicar fácilmente este complejo término, algunos autores han dividido el concepto en las dos palabras que lo componen, «emprendedor»
y «cultura». Definido por Wickham (2006 citado en Browson, 2013), la palabra emprender es el adjetivo que se da para describir cómo el empresario emprende lo que hace.
El uso del adjetivo emprendedor demuestra un estilo particular de lo que hacen los empresarios. Por otro lado, Brownson (2013) menciona el término cultura que se define como los atributos, valores, creencias y comportamientos en los que el individuo aprende o adquiere de una generación a otra, y que pasan de una persona y grupo a otra. La transferencia de estos ciertos atributos, valores, creencias y comportamientos muestran las intenciones de fomentar un cierto tipo de cultura.
La cultura emprendedora es el entorno en el que se desarrollan los atributos, los valores, la mentalidad y el comportamiento de los emprendedores. En este entorno, los emprendedores tienen que tomar decisiones para arriesgarse y poner en marcha un negocio.
Para fortalecer una cultura emprendedora poco desarrollada, es necesario contar con iniciativas que muestren las oportunidades de negocio a diferentes y amplios sectores de la población, para que se inspiren en el deseo de emprender (Piegeler & Röhl 2015 citado en Röhl,2016).
Incluso con una fuerte cultura emprendedora, esto no significa que las nuevas empresas vayan a tener éxito o un rápido crecimiento. Las personas que se encuentran dentro de una cultura altamente emprendedora son más propensas a actuar y a utilizar sus habilidades para tomar decisiones (Foreman & Zhou, 2011).
Los países con un PIB bajo y medio tienden a mostrar más espíritu emprendedora en la etapa inicial y establecida que los países con un PIB más alto. Pero, por el contrario, los países con un PIB alto tienen un espíritu emprendedora de alto crecimiento y una alta innovación más fuerte que los de PIB bajo y medio.
La cultura tiene un papel diferente en el fomento de la actividad emprendedora. Lo que puede tener éxito en una cultura, puede no tenerlo en otra. Para ello, hay que tener en cuenta el contexto cultural y el desarrollo económico (Li, et al., 2012)
El papel del empresariado en las economías de los países ha demostrado su importancia. El espíritu emprendedor es la base inicial para generar procesos productivos e innovadores.
Los emprendedores son las personas que arriesgan su tiempo y su capital para liderar cambios que puedan resolver problemas que afectan a las sociedades. Ser emprendedor requiere diferentes actividades que empiezan por saber identificar las oportunidades y luego explotarlas
ellos, al proceso de gestión de la empresa para hacerla crecer, para hacerla competitiva, para generar empleo y riqueza.
Brownson, C. D., 2013. Fostering Entrepreneurial Culture: A Conceptualization. European Journal of Business and Management.
Foreman, J. & Zhou, P., 2011. The Strenght and Persistence of Entrepreneurial Culture.
Journal of Evolutionary Economy.
Li, H., Rauch, A. & Zhao, X., 2012. Cross-country Differences in Entrepreneurial Activity: The Role of Cultural Practice and National Wealth. Frontiers of Business Research in China
Observatorio Nacional del Emprendedor, 2015.Análisis Transversal del Gasto en Políticas de Apoyo a Emprendedores, MiPYMES.. Ciudad de México: INADEM.
Pinto, R., 2007. Fostering a Culture of Entrepreneurship: A Project Proposal, Hamburg: GFA Consulting Group GmbH.
Röhl, K., 2016. Entrepreneurial culture and start-ups. Could a cultural shift in favour of entrepreneurship lead to move innovative start-ups?, Cologne: Cologne Institute for Economic Research.
Sánchez, M. & Martínez, P., 2017. Metodología para la Creación de Empresas Basadas en Investigación y Desarrollo Tecnológico, México: Instituto Nacional del Emprendedor.